Las elecciones removieron el tablero político, que se comenzará a reacomodar lentamente hasta octubre, cuando asuman las nuevas autoridades. Más allá de lo institucional, la contienda dejó dibujado el bosquejo de un nuevo orden político provincial para lo que viene. Los diferentes espacios dentro del oficialismo y de la oposición analizan por estos días las tendencias del escrutinio provisorio y los resultados que va dejando el definitivo. Es tiempo de festejos, de balances y de autocríticas.
El dinero que las distintas estructuras mayoritarias pusieron en la calle el domingo pasado -parte del llamado aparato- y los acoples fueron clave para muchas de las victorias. Son también el centro de los cuestionamientos y de las dudas sobre posibles irregularidades que derivan de un sistema que parece insostenible y que, a la vez, se sostendrá porque beneficia a muchos.
Al margen y tal como se preveía, el foco principal de la contienda estuvo en San Miguel de Tucumán. La victoria del oficialismo provincial, con Rossana Chahla (Frente de Todos) a la cabeza, sorprendió a propios y ajenos.
Si bien la mayoría sabía que la diputada era una buena candidata y podía acercarse a su contendiente, Beatriz Ávila (Juntos por el Cambio), en oficinas encumbradas de la Casa de Gobierno tenían números que les hacían prever una puja reñida, pero que no aseguraban un triunfo y por la diferencia que podría llegar a tener (de entre 5.000 y 6.000 votos, según los fiscales partidarios). El gobernador Juan Manzur y un grupo de dirigentes de su confianza mantuvieron el optimismo inusitado. Y no se equivocaron.
El proyecto original del ex jefe de Gabinete para estos comicios tenía un eje y varios puntos derivados. Lo medular era lograr un resultado contundente en la provincia que lo posicionara para integrar una fórmula nacional. Los otros eran dos: recuperar la Capital para el PJ, porque arrebatarle esa administración a JxC era una presea valiosa en un año muy difícil para el oficialismo nacional y lograr un buen número de bancas legislativas con sus acoples afines en una Cámara que pretendía comandar a la distancia. Estos dos últimos eran pasos fundamentales para conservar su capital político y como reservorios manzuristas en épocas de jaldismo en el máximo poder.
El plan tuvo que cambiar un poco en el camino. Sobre esto ahondaremos luego, al final. El triunfo de Chahla, empero, impactó tanto en la oposición como en el propio oficialismo y abrió algunas puertas a Manzur.
En el alfarismo
La derrota pegó en la línea de flotación del alfarismo, que confiaba en poder mantenerse en la administración municipal. El golpe fue inesperado. Las huestes que lidera el intendente Germán Alfaro vienen en una montaña rusa de emociones: la relación difícil con sus socios en JxC; la pelea con Osvaldo Jaldo; el renunciamiento de la postulación a la gobernación; el acuerdo con Roberto Sánchez; el haber bajado a Manzur de la fórmula del PJ y la efervescencia en la campaña por la suspensión de los comicios.
Saben que el oficialismo se regodea y que también lo hace parte del radicalismo, que nunca digirió del todo su inclusión en el frente.
En los primeros análisis de los resultados, en 9 de Julio y Lavalle, no apuntan al corte de boletas como responsable ni a la selección de la senadora Ávila como postulante. Reconocen que Jaldo hizo una buena elección en la sección electoral y que Sánchez no traccionó como esperaban. Consideran -y afirman que sabían-que la elección sería pareja. Sí están convencidos de que fueron perjudicados por irregularidades que sucedieron antes y después del acto electoral. Y sobre todo de la “magnitud del dinero que puso el manzurismo a sus acoples para clientelismo”, según un territorial de ese espacio. Reiteran que, tal como expresó Alfaro esa misma noche, no creen que haya habido “fraude” sino manipulación en la carga de los datos provisorios.
En el alfarismo no hay demasiadas certezas sobre qué rumbo seguirán. Esta semana, después del feriado largo, se reagruparán y comenzarán a conversar sobre cómo continuar. Hay dos decisiones importantes: no judicializarán los resultados y prometen una transición pacífica hacia octubre.
Opinan que el nuevo gobierno municipal comenzará “sin legitimidad”, sin poder cumplir con todas las promesas de campaña y que tendría un panorama sombrío por el rumbo de la economía nacional.
Mientras, están conformes por la cantidad de bancas que consiguieron tanto en el Concejo como en la Legislatura. Los miembros de esa facción opositora afirman que Alfaro seguirá siendo Alfaro y que en la política siempre hay revanchas. En cuanto a las elecciones nacionales próximas, aseguran que el compromiso con el presidenciable Horacio Rodriguez Larreta se mantiene ¿Competirá el PJS con una lista propia? ¿Será Germán Alfaro candidato a diputado? No hay definiciones, tampoco nada se descarta.
En el oficialismo
El PJ celebra en general y el resultado tiene un sabor especial para el oficialismo porque superaron a Alfaro, un peronista al que no le perdonan el haber cruzado de vereda. En particular, los mayores festejos son en el manzurismo, aunque en el jaldismo Chahla es una figura que agrada. De hecho, el próximo gobernador tiene una relación muy buena con ella.
El domingo dejó figuras capitalinas empoderadas y otras, más desdibujadas que no alcanzaron los números que esperaban. En el podio está precisamente la próxima intendenta, la candidata de Manzur, que pudo quebrar años de rechazo capitalino al PJ y que se proyecta ahora como una figura de relevancia para el peronismo que viene. En esa línea, mencionan que la diputada apostará fundamentalmente a la gestión y a la construcción política en la ciudad. Entre las primeras medidas estará también escrutar la gestión saliente, para saber sobre qué escenario están parados.
Referentes del justicialismo que tienen experiencia municipal se pondrán a disposición para su gestión y para aportar en la planificación que ella ya trazó con su equipo de trabajo. Esperan que cuente con un gabinete que combine técnicos con “volumen político”. Adelantan que entre el martes y el miércoles, habrá una movilización a la Junta Electoral para acompañarla a retirar el certificado del escrutinio definitivo.
A los caciques capitalinos no les fue nada mal, teniendo en cuenta la oferta de candidatos y los espacios acotados. Todos sabían que sería muy difícil anotar más de una banca. Los que se despegaron en número de votos fueron los acoples del manzurista Gerónimo Vargas Aignasse (Nuevo Espacio Popular), hombre cercano a Manzur que presentó una propuesta sin alianzas y dio una sorpresa entre sus pares, y del jaldista Tulio Caponio (Tucumán para la Victoria), que concentró varias figuras institucionales del jaldismo.
Por detrás se ubicaron figuras como Carolina Vargas, Pablo Yedlin, Carlos Isa Assán, Cristian Rodriguez, Mario Leito y Armando Cortalezzi, entre otros.
Las voces capitalinas coinciden en que pudieron retomar la capital por la “mala gestión” fuera de las avenidas. “La diferencia de votos en la periferia en el definitivo es de cuatro a uno. No hay ni servicios básicos”, comentó un referente del PJ. Otros añaden que tuvo que ver la fuga de dirigentes peronistas hacia la Provincia o la causa del estacionamiento callejero pago. Teorías sobran en el oficialismo sobre la cuestión Alfaro. Proliferan también lecturas que tienen que ver con un desplazamiento del poder: varios consideran que es probable que dejen de ser los máximos referentes de la sección y que el eje se corra ahora hacia Chahla.
Manzur, al plano nacional
El gobernador cambió sus previsiones tras tener que renunciar a la fórmula. Entre sus dirigentes dicen que nunca abandonó sus pretensiones nacionales, pese los vientos en contra. Manzur apostó y pudo ofrendar al PJ nacional y a Alberto Fernández un triunfo contundente en la Provincia y, además, demostró que, en un año muy adverso, el peronismo podía ganar a JxC en una capital y, más precisamente, a un aliado de Rodriguez Larreta. El Presidente pasó de “devolverlo” a insistir con volver a la provincia para oxigenarse con el triunfo.
En una entrevista en este diario con Marcelo Aguaysol, Manzur avisó que “anda con ganas” de postularse en las internas de Unión por la Patria (ex Frente de Todos). El mandatario provincial reunió en la Casa de Gobierno a un grupo de confianza y le pidió que activen sus contactos nacionales. Trascendió que entre los participantes estuvieron dirigentes de su riñón a los que les expresó que quiere instalarse como precandidato. Este fin de semana, les comentó, tenía previsto reunirse en un asado con los gobernadores riojano, Ricardo Quintela, y catamarqueño, Raúl Jalil. La idea, confiaron varios de los participantes, es generar una opción desde el Norte Grande ante las alternativas puramente “porteñas” que están en la palestra. Les adelantó, además, que esta semana se mostrará en el conurbano bonaerense con algunos de los “barones” como el intendente Juan José Mussi (Berazategui), el intendente Alejandro Granados (Ezeiza) y el diputado Julio Pereyra (Florencio Varela). Manzur potenciará así el plan “desembarco” en el plano nacional que comenzó con los resultados del domingo.